ESCRIBE OSMAR CIOTTI                 ENERO DEL 2007


NECOCHEA BOSQUE JAZZ
Música sin techo, en el Anfiteatro

Con un marco multitudinario, tuvo lugar durante los días 19, 20 y 21 de
enero, la cuarta edición del Necochea Bosque Jazz.
El espectáculo, libre y gratuito, fue oganizado por Radio Maestra, Notorius y el
sello MDR Récords.
El Anfiteatro del Parque MIguel Lillo lució colmado en las dos últimas
noches, mientras que el salón de fiestas del ACA, frente al mar, cobijó del
frío y la lluvia a centenares de seguidores del encuento, en la fecha  inaugural.
Los niños y jóvenes del Instituto Musical del profesor Juan Carlos Gesualdi,
abrieron el Festival, entregando una vez más una lección de talento y
calidad, fruto del trabajo, y que permite al público disfrutar de sus  constantes
progresos musicales.

El swing, las piezas tradicionales, y aplaudidas intervenciones solistas
acompañaron a la Big Band Juvenil (mechada con niños de corta edad), que ya
son un clásico del festival necochense.
Ese viernes destemplado, se entibió a fuerza de paisajes de esta parte del
mundo, armonías atrevidas y la raíz folclórica como eje en la propuesta de
Verónica Condomí y el guitarrista Ernesto Snajer. La voz y las cuerdas, más
los toques de percusión deleitaron al público, que siguió con respetuoso silencio
la cascada de ritmos latinoamericanos, sustentados en magníficos arreglos de
Snajer, que en todo momento dotaban de  mayor encanto aún a la entonación
justa y jamás afectada de Condomí.
Un duó que construyó un dique de contención para los efectos innecesarios, a
fuerza de pulcritud, sentimiento, introspección y respeto por el cancionero
folcórico.

Para el cierre de la primera noche tocaron tres estupendos instrumentistas
que funcionaron como una deliciosa máquina de generar melodía, swing y
sentimiento.
Alfredo Remus en contrabajo, Oscar Giunta en batería y Manuel Fraga en
piano, tocaron un repertorio basado en piezas célebres, con un tratamiento
libre que permitió el diálogo permanente entre los tres.
Cada solo fue coronado por el aplauso de la concurrencia, que luego de la
función adquirió el album "Querido Bill, tributo a Bill Evans", ya que el
trío monta sus actuaciones en base a la mencionada placa discográfica, y
muchos quisieron revivir el increíble momento brindado por Giunta, Remus y
Fraga en el Necochea Bosque Jazz.

El sábado, y con buen clima, la noche estrellada permitió que Jerry Roll
Trío cautivara a más de 1.300 personas en el Anfiteatro.
Los marplatenses, tan simpáticos como buenos músicos, ofrecieron un
concierto nutrido por las obras compuestas por el pionero del jazz, Jelly
Roll Morton, y cada tema contó con la didáctica explicación de Oscar "Ferio"
Espinosa, contrabajista del conjunto, quien junto a Garvies en trompeta y
Páez en bajo, se entienden a la perfección, y encendieron a la multitud con
el sesgo tradicional de un estilo que a más de cien años de su creación, es
permanente fuente de inspiración.
Otro contrabajista, de origen cordobés, logró cautivar al público con su voz
tanguera y un swing de cuño jazzero, también con formato de trío.
Aureliano Marín, joven líder del Aureliano Tango Club, paseó su fraseo de
arrabal por obras clásicas del tango, y el apropiado tratamiento del piano y
la batería, con cautelosos arreglos, concentrados en el "decir" de las
letras, maravillaron al público. El tango ha ganado un exponente que logró
fabricar piezas tradicionales en un sonido novedoso.
Para culminar el sábado, la presentación de Gustavo Bergalli, gran
trompetista argentino, deleitó a quienes deseaban conocer su veta
compositiva.
Gustavo estrenó "Locomoción II" y "Luz verde", acompañado a la perfección
por Abel Rogantini en piano, Fernando Martínez en batería y Carlos Alvarez
en contrabajo. Además, mechó su actuación con una exquisita pieza del pianista
Michel  Petruccianni, y demostró que su vuelo poético permanece intacto en su
extensa carrera como trompetista.
Para despedirse eligió el tango "Volver", toda una alegoría, tratándose de
Gustavo Bergalli, que ya participó dos veces del Festival.

El cierre del domingo comenzó con "El Remolcador", un cuarteto necochense
de efervescentes canciones de corte blusero, que ante un Anfiteatro repleto
hizo bailar al público y corear sus composiciones.
La combustión adicional la aportó el reconocido bajista Rinaldo Rafanelli,
que en calidad de invitado, tocó como en sus buenas épocas algún tema de
Polifemo, Pappo y el clásico blues "I´m going down".
El trío Melero, Aberastegui,Iovino aportó la exquisita música del Brasil,
que se puede escuchar en su disco "Agua Doce", y que sonó magníficamente
entre los pinares del bosque.
Delicados arreglos vocales, instrumentaciones prolijas y la infinita
admiración por los autores brasileros, hicieron que cada canción del trío
sonara irreprochable y plena de buen gusto y sensibilidad.

Como corolario, subió a escena Pablo Ziegler, consagrado pianista argentino,
junto a Armando de La Vega en guitarra y Walter Castro en bandoneón.
El repertorio del show varió entre piezas propias de Ziegler, y citas al
universo piazzolleano, que el pianista conoce a la perfección, como que fue
integrante de varias formaciones del gran Astor.
De La Vega y Castro, regalaron matices tangueros, con fraseos audaces y
melancólicos.
Los tres conjugaron el verbo crear sin guardarse nada, y el público los
premió con un estruendoso aplauso.
El Necochea Bosque Jazz fue todo un éxito, en lo organizativo y en lo
artístico, y mantiene intacto su poder de convocatoria, para un público
multigeneracional caracterizado por el respeto con que escucha a los
artistas.
En la noche final estuvo en el Anfiteatro del Parque, junto a autoridades de
la Cultura del municipio de Necochea, el Licenciado Alberto Hernández,
responsable del Instituto de la Cultura de la Provincia de Buenos Aires,
quien dejó una frase lapidaria: "Necochea se tiene que convertir en la
Catedral del Jazz en la Argentina".
En la Quinta edición del Necochea Bosque Jazz, habrá que ratificar esas
palabras, todo un desafío, por el bien de la cultura necochense, que por
estas horas disfruta de una excelente temporada veraniega, y estos tres días
de música fueron un indicador más del enorme potencial que posee la ciudad.

                                           Osmar Ciotti

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